
- NOMBRE: Virgen o Gruta de las Vizcachas.
- COORDENADAS: 33°35'50.02"S 70°31'45.85"W
- CIUDAD/UBICACIÓN: Límite de Puente Alto, Santiago - Región Metropolitana - Chile
- DIRECCIÓN: Cerrillo de Las Vizcachas, junto al Camino a San José de Maipo y al inicio del mismo, frente al retén de carabineros.
- CATEGORÍA: Altar popular.
- FAVORES SOLICITADOS: De todo tipo, pero principalmente de salud y, desde 1968 cuando se hizo una gran rogativa popular a esta Virgen, también favores relacionados con agricultura, lluvias y prosperidad de los campos, siendo huasos, peones, lugareños y viajeros sus principales visitantes.
- RESEÑA: La leyenda dice que en este cerro, que pertenecía a don Juan Enrique Tocornal, había antes una roca con la forma de la Virgen, y que los locales veneraban y querían mucho. Pero en los años cuarenta, un inquilino que pasaba ebrio la destruyó a balazos, causando gran congoja y malestar. Los vecinos y fieles se reunieron y compraron una imagen de la Virgen del Carmen para colocarla en el mismo lugar donde estaba la roca con su figura, construyendo una gruta con altar y realizando peregrinaciones devotas hasta ella, siendo la principal de todas aquella conmemorativa de la llamada "Manda del 12 de Octubre de 1968", que celebra lo que se interpreta como una intervención divina de esta Virgen contra la grave sequía de aquel año.
Por la continuación de la avenida La Florida hacia el Sur, la avenida Camilo
Enríquez, se llega a Las Vizcachas pasando la curva donde empalma la avenida
Eyzaguirre, torciendo hacia las puertas del Cajón del Maipo y pasando a ser el
Camino a San José de Maipo desde este punto hacia el interior. Justo atrás de
esta vuelta al oriente, está el llamado Cerrillo de las Vizcachas, destacando
por su forma redondeada y por la pequeña estación de telecomunicaciones que se
encuentra en su baja cumbre, además de una copa de agua.
Ahí, al costado de la ruta y a mitad de la altura del cerrito, se observa la
llamada Gruta de la Virgen del Carmen de las Vizcachas, más conocida como la
Virgen de las Vizcachas, importante centro de la fe popular y las leyendas
en los deslindes urbanos santiaguinos.
La historia de esta gruta y su imagen mariana es poco conocida para el resto de
los habitantes de la Región Metropolitana, pues muchos practicantes del turismo
cultural por el Cajón del Maipo la pasan de largo, creyendo quizás que su valor
sólo se reduce a un asunto de religiosidad.

Vista del cerro desde la orilla del retén de carabineros.

Vista de la gruta desde el paso peatonal sobre nivel de la carretera.

Se
sube por el empinado camino escalonado, formando un corto zig-zag y pasando por
un sendero de tierra entre la vegetación del cerrillo antes de llegar a los
gastados escalones de roca canteada, probablemente de la misma que forma en
grandes bloques toda la estructura de la gruta, provocando cierta inquietud lo
resbaloso de este piso a causa de la esperma y el aceite acumulados por miles de
velas, además de lo endeble de la rústica reja con pasamos para quienes suben
por la escalinata.
Cientos de placas de agradecimientos llenan piedras y paredes en torno a la
gruta, pues aquí el culto a la Virgen del Carmen con el Niño Jesús representado
en la imagen de buen tamaño, se da de la misma manera que sucede con los altares
populares: siguiendo el patrón de
culto propio de las animitas, con peticiones, mandas-rogativas y
demostraciones de gratitud expresadas en dichas piezas con inscripciones. Las
placas más antiguas que logro distinguir son del 40 y 50, llamado a la imagen
con apodos como Carmencita o bien "Madre de los Afligidos", además
de algunos dibujos hechos sobre la roca misma y que resultan ilegibles ya por su
antigüedad y desgaste. Los favores relacionados con salud parecen estar entre
los más solicitados, según se lee.
La imagen de la Virgen con el Niño está dentro de una concavidad esculpida en
forma de arco, pero cerrada por una sólida reja metálica, pues dicen que ha sido
vandalizada ya en el pasado. Innumerables flores y banderas chilenas decoran el
lugar, hasta donde llegan residentes de la zona además de algunos viajeros que
pasan por allí. Por todo este lugar se pueden hallar también crucifijos,
estampas, rosarios, estatuillas religiosas y cuadros con oraciones.

Vista desde la gruta. Abajo, atrás de la calzada, el retén.

Tenía
acá su Fundo Las Vizcachas don Juan Enrique Tocornal Doursther, hijo de don
Manuel Tocornal Grez, al igual que él diputado, empresario ligado a la
familia de la célebre viña y recordado como un gran benefactor. Allí en el
cerrillo de su propiedad, entre el conjunto de rocas donde ahora está la gruta,
había antes una de forma erguida y de remate más esbelto que los lugareños y
trabajadores de la zona llamaban La Virgen y veneraban como tal. Cabe
recordar, pues, que los criollos no pocas veces acusan avistamiento de figuras
marianas en formaciones rocosas naturales, como la que da nombre a la Playa La
Virgen cerca de Copiapó, o la Virgen de la Piedra de Combarbalá (con
fiesta religiosa y todo) y hasta un tramo montañoso de los Andes patagónicos
apodado Cordillera de las Vírgenes al interior de Palena.
Resulta que una tarde tirando para noche, un huaso o peón borracho del sector
pasó por el cercano camino que hoy es la carretera, y dentro de su ebriedad no
tuvo mejor idea ir a hacerle puntería a la roca con un revólver, resultando
destruida después de varios balazos la forma que encantaba a los lugareños y que inspiraba su fe para ir a
encenderle velas o rezarle, desapareciendo así la primera y original Virgen
de las Vizcachas.
Acongojados, los miembros de la comunidad se organizaron, juntaron fondos y
compraron una imagen de la Virgen del Carmen para sustituir la destruida roca,
construyéndole la gruta (al parecer, en la misma que había tenido aquella forma
sugerente hasta el día del ataque) para seguir llevando sus devociones y
peticiones de intervención hasta nuestros días.
Esta historia de fuentes orales no la encuentro comentada en ninguna parte,
salvo en una fuente que me resultó inesperada: la "Revista Musical Chilena" N°
74 de la Facultad de Ciencias y Arte de la Universidad de Chile, publicada en
noviembre-diciembre de 1960 bajo dirección de Alfonso Letelier. Dice allí, en el
artículo titulado "El guitarrón en el Departamento de Puente Alto", de Raquel
Barros y Manuel Dannemann:
Tampoco faltan en Puente Alto las creencias tradicionales: la
Virgen de las Vizcachas es una de ellas. Al respecto se cuenta que a
la entrada de las tierras de don J. E. Tocornal, había hace veinticinco años
un relieve natural en piedra con forma humana, en el que se
creía ver a la Virgen. Un borracho lo destruyó a balazos, y los vecinos lo
reemplazaron por una imagen, objeto de la devoción popular.

Acercamiento a la vista de la gruta desde el paso peatonal sobre la calzada. Al
parecer, la misma roca donde está la gruta, con su forma puntiaguda, es la que
-según la leyenda- correspondía a la piedra con forma de Virgen y que fuera
destruida a tiros.

Una versión de la misma historia, que he escuchado menos veces sin embargo, asegura que
las apariciones y la construcción de la gruta se remontaban a tiempos
coloniales, creencia cronológicamente imprecisa. Se cuenta de un milagro allí
realizado por la Virgen, o también de la construcción del altar para
"santificar" el cerrito, porque habría tenido alguna clase de fama oscura.
Por otro lado, si acaso tuviera algo de real la revisada historia de la roca
destruida, quizás esta misma dio origen a otra leyenda de la tradición oral
descrita por la profesora de historia y geografía Cecilia Sandana González para
la revista "Dedal de Oro" del Cajón del Maipo, según la cual un huaso del sector
El Manzano, inquilino con esposa y ocho hijos que se pasaba la vida criando
ganado y empinando botellas de vino, detuvo su caballo frente a la imagen de la
Virgen de las Vizcachas en un viaje a las cantinas de Puente Alto y, en
lugar de saludarla como solía hacerlo, en un arranque inexplicable de su
borrachera sacó un arma de fuego del cinto y le descargó tiros encima, para
luego seguir su camino. Castigado desde el Cielo por su sacrilegio, el huaso
despertó al otro día totalmente ciego, entrando en desesperación y confesando a
su familia la locura que había cometido el día anterior.
Pero esta historia termina en un compasivo milagro, como es de esperar: el
sujeto ciego rogó a su familia que lo condujeran hasta la gruta, llevándolo del
brazo por las escalinatas hasta donde la Santa Madre, y allí rogó llorando que
lo perdonase y le devolviera la vista, prometiéndole peregrinar por siempre
hasta ella. Esa misma tarde comenzó a volver la visión a sus ojos, y desde
entonces nunca dejó de visitarla y llevarle velas, como lo siguen haciendo
muchos otros fieles.

Velas y ofrendas varias en el altar popular.

Placas de agradecimientos por favores concedidos.

Sucedió
que, en 1968, comenzó la llamada Gran Sequía de Chile, que se extendió hasta el
año siguiente, provocando un desastre en la agricultura y la ganadería nacional
desde Atacama hasta Biobío. Entre otras cosas, un recuerdo vigente de aquella
catástrofe es el cambio de hora de verano decretado entonces, con la intención
de ahorrar el consumo de energía eléctrica.
Desesperados por los estragos que la sequía causaba en los campos de San Juan de
Pirque, como el secado total del Estero El Coipo y la reducción del Canal de la
Sirena a un mísero hilito de agua, un grupo de agricultores liderados por
Maturana y Rubio comenzaron a organizar una gran petición cristiana o "manda"
solicitando que la voluntad divina les echara una mano. Así, la mañana del
sábado 12 de octubre de 1968 salieron en montura desde la Escuela de San Juan,
en un gran grupo elegantemente vestidos de sombrero, manta y espuelas. Pasaron
por la Parroquia del Santísimo Sacramento de Pirque para recibir las bendiciones
y continuaron hasta el portal de la Viña Concha y Toro, pasando al cercano Altar
del Cristo Negro a rendirle honores, y desde allí seguir por el Puente San Ramón
al Camino de Casa Viejas, hasta llegar a Las Vizcachas y subir a pie a la gruta
de la Virgen, donde estuvieron por horas tocando guitarras con el canto a lo
divino,
cuecas campesinas y tributos para que intercediera en el clima. Todos se
retiraron con esperanzados en los resultados de su rogativa.
Pasó un tiempo y, efectivamente según recuerdan, llovió durante ese mismo año.
La precipitación fue poca pero suficiente para que el Estero El Coipo volviera a
correr y salvar a los animales y parte de las plantaciones de la sequía que
continuaría hasta mediados del año siguiente. En agradecimiento, como lo señala
un interesante artículo de Mauricio Pineda Gardella publicado el año 2014 en el
Portal Pirque, se repite todos los años e ininterrumpidamente la procesión
de jinetes. Acuden a ella huasos de San Juan, Principal, Santa Rita Pirque
interior y Puente Alto, montado caballos y con banderas chilenas al frente, que
parten en caravana desde la plaza del Altar del Cristo Negro en la bajada del
puente con dirección a la Virgen de las Vizcachas, donde vuelven a
agradecer el milagro de la "Manda del 12 de Octubre".
La Virgen de las Vizcachas es, como queda demostrado, un referente
cultural innegable de la zona, dada su categórica importancia en el folclore y
las tradiciones locales. Rubio,
el mencionado guitarronero y payador no vidente, habiendo sido uno de
los
principales protagonistas de toda esta historia también lo fue para
preservar las tradiciones alrededor de las rogativas de lluvias.
Lindo lugar
ResponderEliminarÑiñi
ResponderEliminar