- NOMBRE: Tumba de Timoteo
- COORDENADAS: 30° 2'10.81"S 70°27'30.87"W
- CIUDAD/UBICACIÓN: Quebrada de Paihuano, Provincia del Elqui, Región de Coquimbo - Chile
- DIRECCIÓN: Costado del camino hacia el sector del cerro La Coipa, unos 6 kilómetros por la ruta interior de Quebrada de Paihuano desde la plaza del pueblo homónimo.
- CATEGORÍA: Altar Popular
- FAVORES SOLICITADOS: Desconocidos, pues parece ser sólo un memorial funerario. Antes, solía tener más flores y ofrendas, pero su ubicación en la pendiente escarpada lo ha ido dejando aislado y poco visitado.
- RESEÑA: Don Timoteo fue un conocido trabajador de los campos de la quebrada, por la que solía andar siempre acompañado de su burro. Lamentablemente, fue una de las víctimas de una plaga de sarampión que afectó a la provincia hace muchos años atrás y, por temor de los antiguos residentes del valle a que pudiese provocar nuevos contagios, su cuerpo fue sepultado lejos del área urbana, en la ladera de un cerro. Allí permanece hasta ahora, recibiendo visitas esporádicas de habitantes de la zona, quienes le prenden velas y le ofrendan flores.
Por
el costado de la Plaza de Armas de Paihuano, localidad que da nombre a
esta comuna al interior del Valle de Elqui, está una pintoresca
carretera rural que se interna hacia el Este con la denominación técnica
D-495. Es el antiguo camino que lleva al visitante por la Quebrada de
Paihuano y que, a principios del mes de julio pasado, se colmó de
senderistas, turistas y automóviles que eligieron esta zona para la
observación del Eclipse Solar 2019.
Haber
logrado establecernos días antes en la zona a la espera del evento
cósmico, nos dio tiempo para recorrer algunas de las innumerables
curiosidades de la Quebrada de Paihuano y sus atractivos, varios de
ellos tan propios de esta geografía entre cerros y de la cultura
tradicional dominante en la identidad de los contornos del río Elqui y
su cuenca. El caso que abordaré acá se halla en el cruce de ambos ejes.
Una
de aquellas atracciones casi ocultas es la tumba de Timoteo, solitaria y
misteriosa cripta de factura popular que parece colgar en la empinada
ladera de uno de estos montes de la quebrada, por el costado del mismo
camino y ya cerca del final del trazado de este último. Se la encuentra
sobre un terreno plano hoy perteneciente a comuneros de la zona, a veces
utilizado como estacionamiento o como sitio de camping, casi todo el
tiempo cerrado por un cerco junto a la calzada del camino.
La
ruta de marras avanza junto a la quebrada y sus terrenos agrícolas,
pequeños fundos y campamentos de picnic hacia el sector del llamado
cerro La Coipa, pasando entre el cajón formado por otros como El Peñón o
El Fraile. Aproximándose ya a los 6 kilómetros en el camino desde la
Plaza de Paihuano hacia adentro, justo en un sector de una vuelta que
contornea la falda del cerro y por el costado Sur de la ruta, se puede
observar en la ladera algo que, en la distancia, podría semejar a una
animita o un monumento conmemorativo, aunque con esta ubicación anómala
que se haría evidente incluso en la distancia.
Para
ser más exactos, la tumba está de cara al paso del Sol de las mañanas
en el sector que sigue a las primeras pendientes más empinadas del
camino, justo en donde comienza la curva y contracurva que llevan al
llano de El Infiernillo, el mismo sector de esta geografía majestuosas y
sublime que fue utilizado como centro de eventos y de observación del Eclipse 2019 en Paihuano.
Probablemente, el pequeño conjunto pase inadvertido para el viajero que
cruza estos parajes por el camino pavimentado allá abajo, pero poniendo
atención al paisaje se hace claro que "algo" con una cruz hay allí, en
donde no debería estarlo.
La
historia de la tumba es conocida entre los habitantes de la quebrada,
por supuesto, aunque no todas las versiones coinciden en sus detalles
más específicos. Afortunadamente, el dueño de casa en el lugar en que
hemos conseguido alojo, enfrente de las canchas y del colegio de esta
localidad, don Lucio, tuvo cierta participación en lo que fue el
mejoramiento de la sepultura hace varios años, por lo que su testimonio
me resulta de suma importancia para entender el porqué de su presencia.
El
sepultado en este sitio fue un vecino del valle, llamado Timoteo, cuyos
restos habrían llegado a hasta tal lugar por una controvertida decisión
popular de los paihuaninos y una suerte de tolerancia con vista gorda
por parte de las autoridades de entonces, en días muy diferentes a los
del Chile de nuestros días.
Timoteo,
trabajador de los campos y conocido en su época entre los demás vecinos
de la quebrada por andar siempre acompañado de su burro, fue una de las
víctimas de una ola de casos de contagios de sarampión que afectó a la
provincia años atrás. Nadie tiene clara la fecha de cuándo sucedió esto,
sin embargo, aunque me inclino a pensar que pudo haber ocurrido en los
años cuarenta o cincuenta, echando cuentas sobre las referencias que se
aportan. Esto, debió suceder, además, antes de iniciado el plan nacional
de vacunación de 1964, que logró poner en control la presencia de la
enfermedad en Chile.
A
mayor abundamiento, aunque las plagas de sarampión comenzaron a ser
padecidas en Chile hacia el año 1900, la enfermedad era poco conocida en
el Elqui de la primera mitad del siglo XX y era lógico que la alerta
prendiera con enormes temores entre la población local. Si la leyenda de
la tumba es correcta, entonces, la noticia del contagio y penosa muerte
de Timoteo habría encendido los peores terrores de los impactados y
asustados habitantes, creyendo que podía ser el principio de una plaga
bíblica.
Decididos
a no correr riesgos, los residentes de la quebrada decidieron no
sepultar los restos del vecino en el cementerio, sino en el entonces
retirado cerro en donde ahora se encuentra, aunque originalmente estaba
más arriba de la actual ubicación. Con esta elección para su entierro,
esperaban que el cuerpo infecto del terrible sarampión no pudiese
contagiar a los lugareños que vivían en los caseríos ubicados por
entonces más abajo y hacia el poniente.
Una
leyenda más dice que Timoteo fue enterrado allí con su querido burro,
tal vez sacrificado por sospechas de contagio. Esto es una confusión,
sin embargo: Lucio y su esposa, María Angélica, me aclaran que la
leyenda del hombre sepultado con su animal pertenece a otro querido
vecino también fallecido y llamado don Juan Alberto, que murió
atropellado tiempo después con su fiel borrico en un desgraciado
accidente carretero de la zona.
Timoteo
estuvo bajo tierra varios años en una parte mucho más alta que hoy en
la ladera y con una especie de cenotafio señalando su morada mortuoria,
pero deslizamientos de piedras y luego una exhumación de sus restos por
parte de perros vagabundos
que se las arreglaron para trepar por el cerro, dejaron la sepultura
expuesta y el sueño del muerto perturbado por la exposición. La
situación obligó a los vecinos a volver a intervenir el descanso eterno
del pobre fallecido, y así se trasladó la sepultura un poco más abajo, a
su actual sitio.
Un
señor conocido como don Raúl, también del sector de la Quebrada de
Paihuano, se tomó el trabajo de cambiar la cruz del enterramiento. Se lo
mejoró también con algunas adiciones de rocas y tranqueo de piedras, a
modo de sillares. El envejecimiento de la tumba y los deslizamientos de
tierras habían seguido dañándole incluso en esta nueva ubicación, por lo
que se dispusieron también de presas de madera para contener los
desplazamientos de terreno sobre la sepultura.
La extraña y solitaria cárcava de Timoteo se convirtió en un lugar de fe local y una suerte de animita o tumba milagrosa,
en donde el recuerdo popular por él se combinaba con la petición de
favores. Las visitas de los residentes de la quebrada formaron un
senderito de ascenso hasta el lugar demarcado en la pendiente, y desde
entonces se le prenden velas o se le dejan flores que no tardan en
resecarse bajo la radiación solar inclemente del Vale de Elqui.
En
algún momento de su historia, se plantó junto a la tumba un árbol de
pimiento, como tantos que hay en el valle, el que intenta aportar verdor
a este lado del cerro, si bien sigue siendo sólo un arbusto por sus
pequeñas proporciones, regado por los visitantes de cuando en cuando. La
sepultura hoy es de concreto, además, como resultado de las
reparaciones y modificaciones que han tenido que hacerse en todo este
tiempo transcurrido.
El
nombre del finado Timoteo, sin embargo, ya no está inscrito por ninguna
parte de la misma sepultura, aunque sigue vibrante en buena parte de la
memoria de los habitantes de la Quebrada de Paihuano, que aún no le
niegan visitas ni velas.
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