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NOMBRE: Animita de la Rueda
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COORDENADAS: 37°14'49.0"S 73°24'07.7"W
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CIUDAD/UBICACIÓN: Sector Curaquilla, Arauco, Región del Biobío.
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DIRECCIÓN: Empalme de la ruta P-40 de Arauco con la ruta P-22, entre los sectores Miramar y Las Penas.
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CATEGORÍA: Animita de carreteras
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FAVORES SOLICITADOS: Solicitudes de seguridad y de llegada a destino sin novedades, por parte de viajeros y de conductores de camiones. Esto se debe al gremio al que pertenecían los fallecidos, evidentemente. El que la animita se encuentre justo al lado de un parada de viajantes y camiones con un carrito de venta de bocadillos hace que muchos turistas se detengan necesariamente en este lugar y visiten la rueda memorial. Muchos conductores tocan la bocina al pasar por el mismo sitio, además.
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RESEÑA: Son tres vidas de veinteañeros las que se llevó allí un terrible accidente carretero en septiembre de 2009, correspondientes a Víctor Campos Gallardo, Danilo Pedreros García y Emilio Petit-Laurent Sáez. Fue una volcadura de camión maderero, tragedia que causó gran conmoción en la comunidad de Arauco en aquel sector entre bosques y costa, cuando esta conexión entre ambas carreteras era más inhóspita y despoblada. Símbolo para los muchos transportistas que usan esas rutas, habrían sido familiares y amigos quienes decidieron instalar allí el memorial y homenaje a los tres fallecidos con la estructura de una rueda camionera.
El sector de la carretera P-22 de Arauco, al oeste de la ciudad homónima y a escasa distancia del borde costero en la Región del Biobío, hasta hace unos años era menos poblada y más rústica que hoy. Sobre ella empalma el camino P-40, casi enfrente de la planta Lingemar y a no mucha distancia de la desembocadura del río Llico. Esta ruta, entre bosques y lomas, se dirige hacia Tabul y el sector de Bahía Carnero, zona maderera y agrícola en donde muchos los camiones cargados hasta el borde de sus barreras pasan por allí de día y de noche. Es también una zona de pescadores, con viejísimas caletas recordando a innumerables mártires del océano y algunos famosos cementerios simbólicos con tumbas sin cuerpos, para los perdidos en el mar... Una zona de particular relación con la muerte, en otra palabras.
El jueves 10 de septiembre de 2009 iban por esos mismos paisajes, ubicados entre forestas y playas del denominado sector Curaquilla, tres jóvenes transportistas: Víctor R. Campos Gallardo, nacido el 2 de junio de 1982, residente en Curanilahue y Arauco; Danilo Leonardo Pedreros García, nacido el 19 de septiembre de 1982 y residente en Cerro Alto; y Emilio J Petit-Laurent Sáez, nacido el 4 de diciembre de 1984 y domiciliado en Los Álamos. Eran las 6:30 de la mañana e iban todos en un camión que prestaba servicios a la empresa Trayenco, llevando una pesada carga de rollizos de la fuerte actividad maderera en la provincia, con dirección a la planta procesadora Arauco y tras haber finalizado unas faenas de madrugada en Fundo San Isidro.
A esa fatídica hora y por razones que no quedaron del todo explicadas públicamente, el camión volcó al salir de la curva y todas las toneladas de la carga se desplazaron cayendo sobre la cabina con los infortunados trabajadores en su interior. El accidente fue tan violento que el camión con acoplado quedó totalmente dado vuelta, con las ruedas hacia arriba. Tras llegar efectivos de carabineros de la Sección Investigadora de Accidentes del Transito de Carabineros (SIAT) y voluntarios del cuerpo de bomberos, comenzaron las penosas labores para rescatar a los cuerpos.
Para los trabajos de despeje debieron valerse de un cargador frontal, además de vaciar el combustible del siniestrado camión, por razones de seguridad. Los primeros en aparecer fueron los restos de Pedreros y Petir-Laurent, pero después cuatro horas de trabajo de los bomberos y creyendo que las víctimas eran sólo dos, apareció también el cuerpo de Campos. Fueron días negros para el ánimo entre la comunidad de transportistas y trabajadores del rubro maderero en toda la región.
Después de los funerales y superando el trauma, familiares, amigos y colegas en duelo convinieron en que se debía colocar un memorial justo en el empalme de ambas carreteras, enfrente del lugar del accidente. Como buenos hombres de camiones, entonces, fueron recordados allí con la instalación de una gran rueda de caucho Firestone, rellenada con cemento y en cuyo centro una placa de mármol recuerda el nombre de los tres fallecidos, acompañados de una cruz negra, sus respectivas fechas de nacimiento y la trágica data y hora de su deceso. La rueda está montada y empotrada sobre un pequeño radier con revestimiento de baldosas, en donde siempre hay flores naturales o artificiales, según la temporada. En la misma placa redonda se lee el siguiente mensaje, a modo de dedicatoria póstuma:
Sobre ruedas y al volante, con prisa siempre voy, recorriendo día a día sin descanso y solo estoy. La cabina es mi mundo y el camino es mi ley.
Operador, camionero, chofer o conductor, recordadme como queráis que yo orgulloso estoy.
En aquel vértice donde se juntan las señaladas rutas ha surgido una parada de viajeros, además, en donde se instaló un pequeño carrito expendio de bocadillos y refrescos, primero con un sencillo toldo adosado al mismo y actualmente con un kiosco para dar sombra a sus clientes, a sólo unos pocos de pasos del mismo memorial. Los camioneros y choferes que no se detienen en el lugar muchas veces tocan la bocina saludando a las tres jóvenes almas, a las que se ruega por tener viajes sin novedades y buen destino.
El paisaje ha cambiado mucho en torno a la llamada Animita de la Rueda desde 2009 hasta la actualidad, por cierto. Junto con la llegada de la cocinería y la descrita parada de viajeros, el mismo lugar a ido siendo poblado paulatinamente y han aparecido algunas viviendas. Mejoras en todas estas rutas realizadas hacia 2016 terminaron por desplazar gran parte de la circulación de los transportistas hacia este mismo sector, así que los tres finados nunca más estarán solos.
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