- NOMBRE: El dedo del indio.
- COORDENADAS: 53° 9'45.64"S 70°54'28.90"W
- CIUDAD/UBICACIÓN: Punta Arenas, Región de Magallanes - Chile.
- DIRECCIÓN: Pie en la estatua de bronce del indio fueguino representado en el Monumento a Hernando de Magallanes, al centro de la Plaza Muñoz Gamero de Punta Arenas.
- CATEGORÍA: Objeto de culto.
- FAVORES SOLICITADOS: Suerte y fortuna, siendo cumplida la tradición de besar el pie especialmente por viajeros, turistas y marinos de paso. La leyenda dice también que quienes hagan este ejercicio besando el pie siempre reluciente por tanto contacto, regresarán algún día a Magallanes.
- RESEÑA: El histórico monumento para Hernando de Magallanes fue financiado por la familia Menéndez y confeccionado por el artista escultórico Guillermo Córdova, siendo inaugurado en noviembre de 1920, celebrando los 400 años del Descubrimiento del Estrecho de Magallanes. Dice la leyenda que poco después, un marino español de paso por Punta Arenas decidió tatuarse en el pecho la imagen del indio ona del mismo monumento, tras haber pasado una noche frente al mismo intrigado por su realismo. El viajero volvió al lugar del monumento el día en que zarpaba de Magallanes y se acercó hasta el pie colgante dándole un beso al dedo gordo y pidiéndole su misma fortaleza. Cuando el español regresó a Punta Arenas y comenzó a contar a los magallánicos que había tenido grandes y satisfactorias aventuras durante gracias a los favores otorgados por el indio del monumento y su beso de despedida. Así nació la tradición que es casi obligatoria para todo visitante que llega a Punta Arenas y conoce el célebre monumento.
Leyenda del dedo de bronce del
indio del mismo monumento tiene más de una versión, pero acá dejaremos
la más extendida en Magallanes.
No se trata exactamente una
animita, es cierto, pero el culto y la veneración del nativo fueguino
representado en el monumento tiene ciertas características de leyenda y
de devoción que lo vinculan a las formas en que tiene lugar el
ejercicio de la fe popular, además de enredarse su mito propio con el de
la más famosa animita magallánica: la tumba milagrosa del Indio
Desconocido.
Son dos los indígenas en el enorme conjunto conmemorativo de 9 metros: uno
patagón continental y otro patagón fueguino. Este último, que en el
convencimiento general es tomado por correspondiente a un ona o selknam,
yace sentado en el costado derecho, con un arco en las manos y con una
pierna colgado. Este enorme pie, casi como símbolo de esas huellas gigantes
que dieron origen al nombre de la Patagonia y los patagones por parte de los
marinos ibéricos, enfrenta a los visitantes con su bronce muy dorado y
pulido a diferencia del resto de las imágenes, a causa de los cientos de
besos y caricias que recibe diariamente como forma de hacerle peticiones de
fortuna o sólo por cumplir con la pintoresca tradición de locales y de
viajeros.
Las fotos de los años veinte muestran al pie del indio de color oscuro y sin su bronce reluciente, por lo que la costumbre de besar o acariciar el dedo gordo del personaje no nació con el monumento, sino de manera posterior, probablemente hacia mediados de siglo. La leyenda del por qué la gente "saluda" o "despide" su pie con estos gestos, sin embargo, ha sido comentada por Oreste Plath en su célebre trabajo "Geografía del mito y la leyenda chilenos".
De acuerdo a lo publicado por Plath, todo comenzó con un marino español que,
estando de paso por Punta Arenas, decidió tatuarse en el pecho la imagen del
indio en el Monumento a Hernando de Magallanes, luego de haber pasado una
noche frente al mismo cavilando y meditando intrigado sobre el realismo, la
expresividad y la fuerza presencial de la figura del fueguino allí sentado.
El tatuaje que le hiciera un talentoso artista de la ciudad, parecía cobrar
vida propia con las contracciones musculares que hacía su dueño en el pecho:
simulaba moverse solo en su piel, con ojos como si miraran, mejillas que
temblaban y, sobre todo, el dedo gordo del pie que agitaba con ciertos
movimientos del marino.
Satisfecho con el trabajo, el viajero volvió al
lugar del monumento el día en que zarpaba de Magallanes y se acercó hasta el
pie colgante del indio fueguino, dándole un beso al dedo gordo y exclamando
mientras mostraba su artístico tatuaje a la estatua: "Aquí te llevo, amigo. Quiero ser tan fuerte como tú, y que no
me entren balas... ¡Ayúdame, dame suerte!".
Pasó el tiempo y, varios meses después, el español regresó a Punta
Arenas en otro de sus viajes. Apenas puso pie en tierra, comenzó a
contar a los magallánicos que había tenido grandes y satisfactorias
aventuras durante este período, fortuna y dicha que atribuía sin
dudarlo a favores otorgados por el indio del monumento, luego de su
homenaje y de su beso de despedida.
La noticia de los supuestos
"poderes" benefactores del personaje de bronce cobró gran
popularidad y muchos curiosos, visitantes y lugareños, comenzaron a
repetir el rito del saludo al pie, tocándole el dedo para
impregnarse de sus buenas influencias o besándolo para que se les
permita alguna vez regresar a la mágica ciudad de la
Terra Australis.
La tradición dice, así, que si
se da el beso o acaricia al brillante dedo del fueguino éste
impregnará al devoto con su suerte; en tanto, los viajeros deben
hacer lo propio para saber que algún día volverán a las tierras
benditas del extremo austral de Chile y del continente americano.
Por eso el bronce de su dedo luce como bruñido y pulido todo el
tiempo, con el hermoso dorado del metal a la vista, tal como sucede
en alguna medida con la estatua de la mencionada animita del Indio
Desconocido en el Cementerio de Punta Arenas, que para algunos
creyentes también exigiría tocar o besar uno de sus pies. Ambas
tradiciones sobre cultos a indios australes de la ciudad, a veces se
han entrelazado y se han confundido entre sí por algunos difusores.
Incluso, el indio fueguino del Monumento a Magallanes también es
llamado impropiamente como el
Indio Desconocido
por algunos observantes de la curiosa superstición.
Esta tradición se ha extendido y ya tiene cierto grado de fama
internacional, al punto de contar con fieles y cuasi devotos del
indio de bronce, que han esparcido y perpetuado este rito de
fortuna. Para algunos, de hecho, es una necesidad y compromiso
ineludible ir a besar el pie del indígena fueguino misterioso la
estatua, en cada visita a Punta Arenas.
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