viernes, 6 de diciembre de 2013

ANIMITA DE CRISTIÁN VÁSQUEZ DE COPIAPÓ

  • NOMBRE: Cristián Vásquez / Cristiancito.
  • COORDENADAS: 27°22'21.20"S 70°20'13.51"W
  • CIUDAD/UBICACIÓN: Ciudad de Copiapó, Región de Atacama - Chile.
  • DIRECCIÓN: Sector de calle Cerro Bramador con La Paz, al costado del Cementerio General de Copiapó (junto al recinto de la estación gasolinera a la entrada de la Ruta 5 Norte).
  • CATEGORÍA: Animita urbana.
  • FAVORES SOLICITADOS: No especificados.
  • RESEÑA: Cristián Alfredo Vásquez, apodado el Rucio, era de Concepción, tenía 23 años y cayó asesinado allí mismo el 24 de abril de 2013 señalado en su animita, cuando dos de sus compañeros de pensión lo golpearon brutalmente y hasta la muerte, en venganza por haberles sacado algunas pertenencias y haberse escapado con ellas con la intención de abandonar la ciudad.

En calle Cerro Bramador con La Paz, a un costado del Cementerio General de Copiapó y a espaldas del recinto de la estación gasolinera que se halla a la entrada de la ciudad por la Ruta 5 Norte, cuenta con una animita simple y de baldosas situada hacia donde estacionan buses interurbanos, a los pies de una fila de altos eucaliptos. Sitio mal iluminado por las noches, sin embargo, no es precisamente un lugar seguro ni inesperado para un crimen.

La casucha está dedicada a un muchacho llamado Cristián Alfredo Vásquez Vásquez. Según un sencillo papel colocado en su interior y escrito a mano, nació el 11 de febrero de 1990 y cayó allí mismo el 23 de abril de 2013. Siempre tiene flores de plástico y pequeñas ofrendas, no sé si por el entusiasmo que genera en los deudos la instalación fresca de una animita inmediatamente después de la tragedia respectiva, o bien porque en realidad se haya consolidado un "culto" informal para este personaje.

Por alguna razón, los trabajadores aseguran en aquel sector que se habría tratado de un cabro delincuente que salió a asaltar a unas víctimas que, al final, resultaron más violentas y agresivas que él, dándole muerte ahí mismo en defensa propia o venganza. No es así la historia, sin embargo: Cristián Vásquez, de 23 años y apodado el Rucio o el Rubio, fue asesinado en un acto de venganza, por una burda e innecesaria fechoría.

Vásques era un muchacho de Concepción quien se había ido a residir y trabajar en Copiapó. Aquella fatal noche dos sujetos lo atacaron de súbito en este sitio y, ensañándose con una alevosa paliza, aquel martes 22, aunque su animita señale que fue al día siguiente, cuando se conoció la noticia y se certificó el fallecimiento de la víctima. Los agentes policiales acordonaron el lugar en donde había quedado tirado en cadáver, justo enfrente de un tramo del muro exterior del camposanto de la ciudad en donde, irónicamente, se leía: "NO BOTAR BASURA".

En horas de la madrugada del día 25 el caso comenzó a quedar policialmente resuelto: efectos de la PDI detuvieron a dos sujetos como sospechosos de ser autores del asesinato, uno de 34 años y otro de 22 años. Resultaron ser compañeros de trabajo y vivienda con el fallecido: Cristián les había sustraído pertenencias de ambos desde la casa que compartían, como ropas y especies, pretendiendo escapar de la ciudad con ellas justo ese día y tras haber sido corrido y finiquitado en la empresa en la que trabajaban los tres. Al descubrir lo sucedido, ambos salieron furiosos a buscarlo y lo encontraron en la salida sur, esperando un bus.

Al ser sorprendido, ambos hombres le dieron la pateadura mortal, lo amarraron para que no escapara y siguieron castigándolo, dejándolo abandonado con cortes, fracturas de cráneo y contusiones múltiples, llevándose el bolso. Una pistola falsa del propio Cristián quedó tirada en el lugar: la había sacado intentando fingir que era auténtica, pero sólo consiguió que se la arrebataran y la usaran para golpearlo más aún, con la cacha.

Aún no pasada la conmosión por el caso, la animita dedicada al fallecido fue colocada allí rápidamente, según recuerdan los vecinos. Empero, al no haber familiares directos conocidos del imperfecto Cristián en la ciudad Copiapó, sus devotos surgieron entre personas locales compadecidas por las circunstancias de su muerte y, de paso, por alguna verdadera creencia popular de que puede estar haciendo favores desde el Más Allá en el breve tiempo que ha trascurrido desde el homicidio, para que pague pronto sus pegados y pueda "ascender".

Todavía está en el muro blanco el mensaje persuadiendo de no botar basuras en el lugar, y las hojas de eucaliptos caen sobre la animita que testimonia el asesinato allí sucedido, como si intentaran darle sepultura y olvido.

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