jueves, 16 de marzo de 2017

TUMBA DEL PADRE NEGRO EN EL CEMENTERIO DE CALDERA

  • NOMBRE: Tumba del Padre Negro.
  • COORDENADAS: 27° 4'0.31"S 70°48'50.66"W
  • CIUDAD/UBICACIÓN: Caldera, Provincia de Copiapó, Región de Atacama, Chile.
  • DIRECCIÓN: Mausoleo del Santo Niño Jesús de Praga en el Cementerio Municipal de Caldera, conocido también como el Cementerio Laico, hacia su explanada por calle Diego de Almeyda.
  • CATEGORÍA: Tumba milagrosa / Altar popular.
  • FAVORES SOLICITADOS: Los agradecimientos de las placas que pueden leerse en él no especifican el favor concreto, pero parece ser que se relacionan con peticiones de salud y de protección, principalmente. De todos modos, la benevolencia y generosidad del "Padre Negro" tiene fama de conceder favores de todo tipo.
  • RESEÑA: Fray Crisógono Sierra y Velasco, franciscano colombiano llegado a la Provincia de Copiapó en los años veinte, fue un personaje de enorme carisma y devoción en la zona, siendo apodado el Padre Negro y relacionado con supuestas virtudes santas que se le atribuyeron en vida. Después de morir en 1945 y ser sepultado en un nicho del Mausoleo del Santo Niño Jesús de Praga, que él mismo había hecho construir con los feligreses, su cripta se ha convertido en un lugar de peregrinación y de alta devoción popular, colmado de placas de agradecimiento que repletan su nicho y los adyacentes. Se ha instalado en su memoria un busto por afuera del Cementerio de Caldera, enfrente del mausoleo, y año a año se realizan romerías y procesiones con bailes religiosos recordando al ilustre sacerdote franciscano cuya fama de milagroso ha continuado más allá de su muerte.
La sepultura del benemérito franciscano colombiano residente en Atacama, fray Crisógono Sierra y Velásquez (1877-1845), más conocido como el Padre Negro, está en el Cementerio Municipal de Caldera, llamado también como el Cementerio Laico. Se la halla muy visible en el frente del camposanto, hacia calle Diego de Almeyda. Siempre ayudado por la comunidad atacameña, la obra dirigida por el sacerdote en la región incluye sus grandes proyectos como la ahora llamada Gruta del Padre Negro de Caldera y el Cerro de la Cruz de Copiapó, además de supuestos atributos sobrenaturales y milagrosos que se le adjudicaron en vida. 
Fray Crisógono falleció inesperadamente en la casa parroquial de Caldera al amanecer del 3 de julio de 1945, traicionado por su propio corazón generoso. Al conocerse su partida, el duelo allí en el poblado y en la ciudad de Copiapó fue enorme, pues ambas metrópolis de tierras mineras sentían esencialmente suyo al ilustre sacerdote franciscano, que por tanto tiempo había sido parte de la historia de la propia provincia. De hecho, los habitantes de ambas ciudades llegaron a disputarse el honor de sepultarlo en su respectivo suelo, cada quién con sus argumentos al respecto.
La congoja fue tal en aquellos grises días de duelo, que los estibadores de muelle y los pescadores paralizaron durante esos días. El comercio no abrió y se recuerda que los niños se quedaron encerrados en sus casas, sin salir a jugar, enterados de la partida del querido padre. Sólo sus amigos y hermanos de orden se reunieron y permanecieron totalmente activos, preparando las exequias en la Iglesia de Caldera.
Fue inevitable, entonces, que el lugar de su sepultura siguiera siendo discutido alrededor de su propio velorio. Aunque los franciscanos de Copiapó habían dispuesto de su mausoleo en el cementerio local para su última morada, la comunidad de Caldera exigió a coro que sus restos permanecieran en aquel lugar, particularmente en uno de los nichos que él mismo había construido con sus amigos obreros y albañiles en el Cementerio Municipal, en el Mausoleo del Niño Jesús de Praga, precisamente donde permanece hasta ahora.
Retrato del Padre Negro en su venerado nicho de Caldera. Muchos devotos acarician la imagen como parte de sus protocolos de rogativas y petición de favores.
Vista lateral del mausoleo y el busto de Fray Crisógono.
Detalle de la torreta con vitrina, cúpula e imagen del Niño Jesús de Praga.
Nicho del Padre Negro.
Vista lateral, con las placas invadiendo otros nichos.
A mayor abundamiento, este mausoleo neoclásico del cementerio, hecho para gente menesterosa y de su feligresía, habría sido levantado como parte de sus muchas obras a favor de la comunidad calderina, partiendo por la Gruta de Lourdes que hoy lleva su nombre y que cobija también un altar en su recuerdo, lleno de placas de agradecimientos.
Curiosamente, esta gruta y el cementerio de marras, están considerados como los puntos limítrofes del casco histórico de Caldera, por lo que la presencia de Fray Crisógono se encuentra en los deslindes de ambos extremos. Esto suena como otra razón para considerar acertada la decisión del obispado, al dejar sus restos en la localidad costera.
La factura de este mausoleo es de albañilería sobre planta rectangular, con una cruz y una hermosa torreta con cristales formando una especie de vitrina sobre el nivel de sus cornisas, con la imagen del Santo Niño Jesús de Praga en su interior. Encima de esta estructura, hay una cúpula esférica de orden bastante libre, con relieves florales y una esfera como remate. Los vértices están adornados con toscas pilastras decorativas de pequeño tamaño, parecidas a las que dividen los nichos entre sí, aunque muchas de ellas ya han desaparecido.
Los cientos de devotos del Padre Negro han convertido la sepultura en un recargado altar popular y una animita milagrosa colmada de ofrendas, retratos y agradecimientos por favores concedidos, invadiendo el espacio de los demás nichos y hasta parte de las caras laterales del mausoleo. No sabemos si la iglesia católica vio con buenos ojos el que la tumba se convirtiera en esta animita, sin embargo, pero claramente ha cedido a esta expresión popular de devoción y cariño. Sí se sabe que había tal paranoia por la posibilidad de que sus huesos fuesen robados y convertidos en reliquias o llevados furtivamente hasta el cementerio de Copiapó, que muchos calderinos organizaban verdaderas cuadrillas para vigilar su sepultura, de día y de noche.
Como este nicho da hacia la explanada frente al cementerio, está visible al público incluso cuando está cerrado el recinto. Los agradecimientos de las placas que pueden leerse en él no especifican el favor concreto, pero parece ser que algunas se relacionan con peticiones de salud y de protección. A un costado se ha puesto un templete de hormigón con dos cámaras para la colocación segura de velas como ofrenda, además.
Otro ángulo de las placas alrededor del nicho del sacerdote.
Acercamiento a las placas de agradecimiento.
Otras placas ya van siendo colocadas por el costado del mausoleo. Se observa la casucha para velas, a la derecha en el borde pasillo.
Pequeña vitrina junto a la caseta administrativa, con biografía y algunos objetos religiosos relacionados con el Padre Negro.
También a un lado del mausoleo, sobre la pared exterior de la administración del cementerio, existe una pequeña vitrina doble con interesante biografía del hombre santo (no muy extensa, pero más completa que varias otras publicadas) y algunos de sus objetos religiosos personales u ofrendados, como rosarios, cruces, escapularios y colgantes, acompañados de un par de fotografías históricas. Un poco expuesta, para nuestro gusto e inquietud.
En tiempos posteriores, se ha colocado afuera del perímetro del cementerio pero enfrente de su nicho, un busto del Padre Negro hecho en bronce y que permite las ofrendas y rogativas al exterior del camposanto. La pieza se suma a otras parecidas que se encuentran en el altar suyo de la Parroquia de San Francisco en Copiapó y en la Gruta del Padre Negro de Caldera, también mostrando su busto. Los visitantes llegan día y noche hasta este sitio, como podrá suponerse, y las rutas turísticas dedicadas a Fray Crisógono en el puerto -que asoman aún tímidamente- terminan necesariamente en este solemne punto de la urbe.
Aunque jamás se inició un proceso de beatificación del Padre Negro, su fama de milagroso de santo popular provoca que se realicen procesiones y romerías anuales a esta sepultura, con bailes religiosos hasta su tumba, además de las misas conmemorativas y responsos de la comunidad cristiana en el templo de San Vicente de Paul. En el aniversario de su fallecimiento y alrededor de la misma fecha, por ejemplo, tienen lugar procesiones con presentación de bailes (generalmente, cuatro sociedades religiosas de Caldera) y de grupos musicales locales, que entregan al cementerio gratas jornadas de cuecas y tonadas dedicadas al insigne religioso.
Para felicidad de los habitantes de Caldera, Copiapó y otras localidades cercanas, aún quedan testimonios de ancianos sobrevivientes, que alcanzaron a conocerlo y presenciar las obras que le han dado perpetuidad a la memoria de uno de los personajes más interesantes y misteriosos de la historia de la religiosidad en Chile.

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