viernes, 1 de junio de 2012

UNA ANIMITA QUE EVITA ACCIDENTES

  • NOMBRE: Animita de Felipe / Animita del Paso Bajo Nivel.

  • COORDENADAS: 33°26'29.73"S 70°38'40.57"W

  • CIUDAD/UBICACIÓN: Santiago Centro, Región Metropolitana - Chile.

  • DIRECCIÓN: Paso bajo nivel de calle Santa Lucía en la esquina con Moneda, hacia las calles Carmen y Diagonal Paraguay, en el lado poniente del cerro Santa Lucía al comenzar a internarse en el subsuelo de la Alameda.

  • CATEGORÍA: Animita urbana.

  • FAVORES SOLICITADOS: No especificados.

  • RESEÑA: Felipe Castillo Cabrera, de 22 años, falleció en este lugar a causa de un accidente ocurrido la noche del sábado 15 de octubre de 2005, cuando iba de copiloto en una camioneta que se estrelló violentamente contra uno de los bordes. Salió disparado por el vidrio parabrisas, encontrando una muerte trágica y horrible, mientras que sus amigos resultaron con heridas leves. Sus deudos colocaron una cruz con su nombre sobre el muro de su desgracia, allí justo en la vuelta de la calle Moneda. La animita fue creciendo pero con una característica curiosa: colocaron encima de la misma y hacia el lado de la curva, varios parches de cintas reflectantes blancas, rojas y grises, las principales de ellas formando un cuadrado dentro del cual está el nombre de Felipe y la silueta de una cruz, de modo que la animita termina sirviendo como una señal de advertencia en las noches, evitando nuevos accidentes en esta peligrosa esquina bajo nivel.

Muchas animitas cumplen indirectamente con funciones utilitarias la comunidad, como aquellas que sirven para deducir que se transita por caminos bastante peligrosos para la conducción, motivando a tomar precauciones, o bien otras que se encuentran en carreteras y que sirven de parada, estación o sombra para los viajeros a pie y de vehículos ligeros, además de ser verdaderos puntos de referencia en las rutas. Sin embargo, aunque estas características son más frecuentes en animitas rurales o de autopistas, tenemos en pleno centro de Santiago un ejemplo muy patente y significativo.

El paso bajo nivel de calle Santa Lucía hacia las calles Carmen y Diagonal Paraguay, tras bordear la cara poniente del cerro Santa Lucía y comenzar a internarse en el subsuelo de la Alameda, es un tránsito peligroso que ha cobrado ya accidentes, especialmente en las noches. Sus mosaicos artísticos, aparentemente los más grandes que existen en Chile han sido testigos de choques e incluso muertes, especialmente por un singular efecto de percepción que se produce en el empalme de Santa Lucía con el inicio de la calle Moneda, en donde unos pretiles separan el tránsito peatonal de la calzada. Con frecuencia, los conductores no logran ver el bandejón ni la vuelta de la calle, terminando estrellados contra alguno de los bordes del paso o su berma.

En la noche del sábado 15 de octubre de 2005, la maldición de este lugar extendió sus alas negras sobre Felipe Castillo Cabrera, un muchacho de 22 años quien iba de copiloto en una camioneta Ford Ranger, en la que también habían otras dos personas además del chofer. En las fotografías, se ve a Felipe como un joven "carretero", con barbita de chivo y siempre usando pañuelos sobre la frente. Aparece sonriendo con un cigarrillo en la boca, por supuesto que inconciente de que su último aliento se iría en este sitio.

El caso es que, llegando por Santa Lucía al empalme con Moneda, el conductor perdió el control del vehículo y se estrelló violentamente contra uno de los bordes, del lado poniente, justo en la curva que se hace con la calle saliente. Es de suponer que la velocidad y la omisión del uso de cinturones de seguridad pudieron hacer el resto: Felipe salió disparado por el vidrio parabrisas, encontrando una muerte trágica y horrible en el lugar, mientras que sus amigos resultaron con heridas leves y de mediana consideración, siendo dados de alta desde la cercana Asistencia Pública a las pocas horas de ese día sábado.

Los deudos, consternados con la brutal muerte de Felipe, colocaron una cruz con su nombre sobre el muro de su desgracia, allí justo en la vuelta de la calle Moneda. Muchas veces se ha visto esta señal con alguna flor, cuando estaba fresca aún la muerte del muchacho, en la época en que viví en Diagonal Paraguay y ahorraba camino a pie por el paso bajo nivel para llegar al otro lado de la Alameda.

Con el tiempo, la animita fue creciendo hasta adquirir las características que le son propias al promedio todas las de su tipo en las ciudades: una casucha sólida con techo de dos aguas, más un enrejado con candado que protege en el interior las fotografías del joven fallecido, flores, adornos y algunos obsequios, como siempre pequeños juguetes infantiles. Cubierta de cerámica azul, la animita también recibe velas durante algunas noches, aunque no tiene candeleros propios. Por sus proporciones y ubicación, no sabemos cuánto tiempo más tenga seguro allí mismo, ya que ocupa cierto espacio en la curva.

Una cosa curiosa sucede con aquella ubicación y ornamentación de la animita, sin embargo: un favor terrenal que ha sustituido años de pasividad de las autoridades por alejar los peligros de esta esquina. Los deudos han colocado, sobre el muro, encima de la animita y hacia el lado de la curva de calle Moneda, varios parches de cintas reflectantes blancas, rojas y grises, las principales de ellas formando un cuadrado dentro del cual está el nombre de Felipe y la silueta de una cruz. He ahí el aporte póstumo del fallecido para la ciudad.

Sucede así que, además de la luz de las velas cuando las hay, dichas cintas adhesivas brillan con los haces de los vehículos que transitan hacia el sur en las noches, por lo que tienen una funcionalidad útil y noble para la seguridad de los conductores. Dicho de otro modo, evitan el mismo destino que tuvo Felipe al hacer más visible la percepción de esta curva y sus sólidos murallones revestidos de baldosillas, sin perder las proporciones del ancho de la calle luego del empalme con Moneda.

Parece claro que los seres queridos del fallecido han querido hacer un favor a la comunidad a partir de la muerte de su amigo, hermano o hijo, con una animita que se ha convertido, además, en una eficiente señal de advertencia o dispositivo para dar mayor seguridad al tránsito por el lugar. Así, si bien desconocemos cuántas personas habrán recibido favores de Felipe desde el más allá en el tiempo que lleva ahí su animita, no cabe duda de que, en estos momentos, ayuda a los conductores del centro de Santiago a mantener su integridad en este lugar, y quizá hasta haya salvado algunas vidas ya, con sus brillos de rubíes y cuarzos en la complicidad de la noche capitalina.

2 comentarios:

  1. Soy la mamá de felipe ya lleva 19 años fallecido construir muchas animitas las chocaban se salvaban y yo quedadaba en mi más profundo dolor ya ahora 3 de noviembre estuvo de cumpleaños y el 15 de octubre cumplió 19 años. Creo que es el momento de volver a construirla .las personas la echan de menos tanto como yo que lo amo y nunca me recupere

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