miércoles, 25 de septiembre de 2013

CRUCES FUNERARIAS DEL CAMINO DE LOS YUNGAS

  • NOMBRE: Las Cruces de los Yungas.
  • COORDENADAS: 16°21'47.20"S 68° 2'33.87"W
  • CIUDAD/UBICACIÓN: Sector La Paz-Coiroco, Región de Los Yungas - Bolivia.
  • DIRECCIÓN: Trayecto del Camino a Los Yungas, conocido también como el Camino de la Muerte o Ruta del Terror.
  • CATEGORÍA: Altares funerarios / Memoriales populares.
  • FAVORES SOLICITADOS: No hay información. Muchos de ellos no pasan de funciones memoriales más que de "interacción" con la persona trágicamente fallecida.
  • RESEÑA: Correspondiendo al camino de tránsito automotriz con la fama de ser el más peligroso del mundo, labrado sobre la roca bruta en los años treinta, conecta la ciudad de La Paz con un acceso directo al territorio amazónico. Es tal la cantidad de muertes sucedidas en él por accidentes de vehículos que se han despeñado, que la carretera está plagada de cruces y pequeños monolitos funerarios recordando a las víctimas de las tragedias. Estas cruces y casuchas del Camino de Los Yungas pueden a llegar tener gran semejanza a las animitas chilenas, pero al parecer no cuentan con el mismo tipo de culto milagroso o de "santitos" que se otorga en nuestro país a tales altares.
Muchos al visitado el sector La Paz-Coiroco en Bolivia, para poder tomar registro cuidadoso de las principales cruces y altares mortuorios que se ven allí en el célebre Camino a Los Yungas, cuya fama como ruta más peligrosa del mundo le ha valido apodos como el del Camino de la Muerte o Ruta del Terror. Hay opiniones y exposiciones interesantes sobre el tipo de recordatorios y memoriales funerarios que se encuentran en esta tortuosa y a veces aterradora carretera, que arroja periódicamente nuevas cruces a su colección con un promedio cercano a las cien víctimas anuales. De hecho, según el Servicio Nacional de Caminos de Bolivia, entre 1997 y 2000, la cantidad de personas muertas fue de 885.
El estrecho camino labrado sobre la roca bruta nació en los años treinta, en plena Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay. Se lo creó con la intención de conectar la ciudad de La Paz con un acceso directo al territorio amazónico, y -según se cuenta- las autoridades paceñas utilizaron como mano de obra principalmente a prisioneros paraguayos, obligados a trabajos forzados en este ambiente de pesadilla, con excavaciones y desmontes a gran altura sobre cañones cortados a pique, donde la roca se funde con el verdor y la humedad bajo lluvias constantes, en altos paisajes metidos entre las mismas nubes del cielo.
El apodo de Ruta o Camino de la Muerte suele darse turística y popularmente a toda esta carretera que va por valles y precipicios desde La Paz al interior. Sin embargo, el tramo reconocidamente más peligroso y que ha dado la inmensa mayor parte de la fama a toda vía, es el que se encuentra en un sector cercano los 80 kilómetros de extensión y que alcanza los 4.650 metros sobre el nivel del mar, teniendo partes tan estrechas que apenas superan los 2.80 metros de ancho. La reconocidamente peligrosa ruta del Nor Yungas, además, se separa de la llamada Sud Yungas a la altura del Valle da Estrada da Monte. Incluso hay una gran cantidad de leyendas hablando de apariciones fantasmales y sucesos fuera de la lógica de los vivos, ocurriendo en aquellos parajes regados por la muerte y la fatalidad.
El más grande de los accidentes de esta ruta y -de hecho- de toda la historia carretera de Bolivia, sucedió el 24 de julio de 1983, cuando un bus lleno de pasajeros se despeñó fuera del camino hacia el mortal vacío. Murieron más de cien personas en la tragedia, colocándose algunas cruces con nombres de los fallecidos en su recuerdo, justo en el lugar desde donde el vehículo cayó al precipicio. Y aunque la costumbre de poner cruces en el camino señalando accidentes fatales era anterior allí en la ruta, parece ser que éste caso en particular expandió la costumbre más que antes, y así el temible Camino de Los Yungas está hasta ahora lleno de cruces de distintos tamaños, tipos y facturas que indican los lugares más peligrosos de la ruta, donde han tenido lugar estos dramas.
Vista del camino internándose entre precipicios asimilados con la selva. Aunque el camino es de subida y bajada hacia La Paz, tiene sólo una pista con prioridad para quienes suben. Fuente imagen: Taringa.net.
Los precipicios del camino. Fuente imagen: Taringa.net.

Cruces por el lugar del trágico accidente de julio de 1983. Fuente imagen: jezzbean.wordpress.com.
Solitaria cruz en el borde del camino. Fuente imagen: Viajes.elpais.com.uy.
Cruz memorial de un tal Pablo Vargas, fallecido en el sector El Balconcillo del Camino de Los Yungas, con techado muy parecido al de las animitas en Chile. Nótese que tienes flores y las clásicas botellas para agua que suelen colocarse en estos altares populares. Imagen publicada en la prensa de Bolivia. Fuente imagen: incendiarioboliviano.com.
Creo que la descrita situación guarda ciertas analogías interesantes con el caso de las animitas de carretera que existen en Chile, por cuanto nacen como altares para conmemorar al fallecido y establecer así una "memoria" de punto fijo, en el mismo lugar de su última desventura.
Sin embargo, en el caso de Los Yungas y de otros parecidos en el país altiplánico, no parece que se llegue a establecer una condición informal de "santito" del fallecido: predominan las flores o recuerdos de homenaje para el finado, al que también se reza según me cuentan, pero no destacan las peticiones de favores, solicitudes de intervenciones y otras manifestaciones propias de la fe popular hacia quien se considera intermediario entre los vivos y el mundo espiritual tras su muerte traumática o muy penosa, como sucede con el culto animístico. Quedaré en deuda con más detalles y observaciones al respecto, por ahora.
A pesar de todo, las cruces del Camino de Los Yungas pueden a llegar tener gran semejanza a las animitas chilenas en cuanto a su aspecto: como se trata de un paisaje dominado por un clima sumamente agreste e inclemente, incluso esas cruces de madera, metal o concreto no resisten mucho a la acción erosiva de la intemperie, por lo que ha sucedido que a algunas les colocan una especie de casucha o techo encima, lo que les da un aspecto muy semejante al de la animita tradicional de carretera que puede verse acá en Chile. También son personalizadas estas cruces con el nombre del fallecido y una aproximación a la fecha de su muerte, inscritas sobre la misma.
Además de estar recordando los peligros de la ruta, estas cruces tienen un rasgo bastante especial, que es mi principal motivación para comentar sobre ellas en este texto: sirven como parte del atractivo turístico, la iconografía y la identidad del Camino de la Muerte. Desde que fuera definido en 1995 como la carretera más peligrosa del mundo por el Banco Interamericano de Desarrollo (categoría que, sin embargo, muchos no le conceden, adjudicándosela al sendero del Monte Sagrado de Hua-Shan, en China), la tétrica fama atrae hasta él a miles de visitantes año a año, especialmente para actividades de mountain bike y turismo aventura.
Más cruces de accidentes en la ruta entre las nubes. Fuente imagen: Taringa.net.
Fuente imagen: Albadetormesaldia.es.
Fuente imagen: Blogs.elpais.com.
Fuente imagen: World-traveler.eu.
El caso de las cruces y altares funerarios como refuerzo turístico y testimonial del Camino a Los Yungas, no nos puede ser ajeno, pues ha sucedido recientemente, algo que me temía desde hace rato: la Ruta 5 Norte en su tramo Iquique-Arica, ha sido incorporada a la lista de las "Top Ten" de las Carreteras Más Peligrosas del Mundo según el portal de Autocosmos Yahoo, algo que informalmente venía proponiéndose desde hacía tiempo en otros sitios internacionales como Taringa, Vuela Viajes y D10 de México.
Si bien es bastante discutible el si realmente merecía un lugar en esta nómina (aunque sea el último, número 10), se da la paradoja de que las animitas de esta carretera constantemente se han visto destruidas o desplazadas como si fueran un estorbo en cada trabajo de mejoramiento de la autopista, a pesar de ser los testimonios vivientes de los accidentes acumulados en la historia de esta ruta y de sus peligros, especialmente en sus cuestas más altas y desafiantes al vértigo. ¿Tendrán, entonces, algún potencial valor como refuerzo turístico o de identificación cultural estas mismas animitas de carreteras chilenas, que actualmente parecen ser más bien un fastidio para las autoridades encargadas de las obras públicas y la administración regional?
Afortunadamente para la vida humana, no tenemos en Chile carreteras como la de Los Yungas, arrojándonos esa cantidad de fallecidos anuales aunque, a la vez, sirviendo de enormes atracciones para el turista y el viajero.
Sin embargo, con modernidad y todo, las autopistas por sí mismas son y seguirán siendo siempre rutas que revisten peligros, reviviendo temores andariegos y recordándonos sus tragedias que van quedando testimoniadas no en simples cruces, como sucede con el "top ten" de las más peligrosas, sino en nuestro caso con las animitas, hablándonos tanto de la fe popular como de esa parte más triste de la historia de los caminos, dentro de otro gran camino que es nuestro propio país.

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