- NOMBRE: Evaristo Montt.
- COORDENADAS: 23°38'13.91"S 70°23'24.72"W
- CIUDAD/UBICACIÓN: Ciudad de Antofagasta, Región de Antofagasta - Chile.
- DIRECCIÓN: Calle Pedro de Valdivia llegando a Montevideo, exterior de las instalaciones de ferrocarriles.
- CATEGORÍA: Animita urbana.
- FAVORES SOLICITADOS: Solicitudes generales de trabajo, estabilidad económica, salud. Devotos principalmente trabajadores y vecinos de clases populares.
- RESEÑA: El 15 de julio de 1924 se hallaba en la estación un tren que iba hacia las oficinas salitreras con carga de petróleo. Inesperadamente, estalló la caldera de la máquina a vapor causando la muerte de cuatro trabajadores, entre ellos el rondín Evaristo Montt, cuyos restos volaron por sobre las instalaciones y fueron a parar afuera del recinto, cayendo junto al murallón donde está su animita, precisamente. También murieron el maquinista Juan Cáceres Gutiérrez, el fogonero Eulicio Ramírez Donoso y el empleado Claudio Chacana, este último tras una horrible agonía de varios días. Aunque el sereno Montt fue sepultado en un nicho del camposanto local junto a la tumba de otros funcionarios de ferrocarriles, fue el sitio de su drama final el que se convertiría en punto de fe y hoy es una de las animitas más grandes de Chile.
Una
de las animitas más grandes de Chile está en Antofagasta, en la calle
Pedro de Valdivia muy cerca de Montevideo. Por sus características,
guarda bastantes semejanzas con la célebre animita de Romualdito en la Estación Central de Santiago:
ambas pertenecen a un ex empleado ferrocarrilero fallecido
trágicamente y se encuentran adyacentes a instalaciones relacionadas con
el servicio de trenes, además de estar conformadas por varias
"casuchas" en un tramo de muro antiguo que se conserva especialmente por
la presencia del culto popular allí destacado, mismo que las mantiene
fulgurantes de llamas de velas durante cada noche.
Salta a la vista,
además, que la de Antofagasta incluso es más grande que la famosa
animita santiaguina. Sólo podría competir con casos como el de la animita de Mi Ñiña Hermosa en la Autopista del Sol o con la ermita de Hermógenes San Martín en Iquique.
Este
caso antofagastino, muy conocido en la región, es el de Evaristo Montt.
A pesar de los abolengos políticos del apellido en su época, este
personaje era un sencillo cuidador y sereno del servicio de trenes que
todavía existe allí, pues las historias dicen que trabajaba en las
instalaciones de la Estación Norte del histórico Ferrocarril
Antofagasta-Bolivia (FCAB) en el turno de noche, vigilando el lugar y
haciendo labores de rondín. Sin embargo, otras referencias dicen que su
labor de sereno o farolero no era en este punto exacto del recinto donde
tuvo lugar su muerte, sino que justo se encontraba transitando por este
sector cuando sucedió la tragedia, para su desgracia final.
Sucedió
que, en una de aquellas jornadas de trabajo, el día 15 de julio de 1924
según reporta un artículo de "El Mercurio de Antofagasta" en 2001, se
hallaba allí en la estación un tren que iba hacia las oficinas
salitreras que todavía operaban en aquellos días, aunque otra versión
asegura que el convoy justo estaba saliendo rumbo a Calama. Algunos
agregan que el tren iba cargado con petróleo.
Inesperadamente,
estalló la caldera de la máquina a vapor. El accidente provocó una
terrible explosión que causó la muerte de cuatro trabajadores allí
presentes, entre ellos el infortunado Evaristo, cuyos restos volaron por
sobre las instalaciones y fueron a parar afuera del recinto, cayendo
junto al murallón donde está su animita, precisamente. La explosión se
escuchó por toda la ciudad y los vecinos del barrio ferroviario
corrieron a mirar la dantesca escena que allí quedó a la vista. Algunos
fragmentos de la locomotora incluso fueron a parar a dos kilómetros del
lugar de la tragedia.
Por
alguna razón, la dramática muerte del empleado Montt causó más
consternación general que los otros fallecidos, el maquinista Juan
Cáceres Gutiérrez, el fogonero Eulicio Ramírez Donoso y el empleado
Claudio Chacana, este último muerto no instantáneamente sino tras una
horrible agonía. Aunque el sereno fue sepultado en un nicho del
camposanto local (y no en el Mausoleo de los Empleados del Ferrocarril,
como algunos creen) junto a la tumba de otros trabajadores de
ferrocarriles fallecidos en los años setenta, fue el sitio de su drama
final el que se convertiría en punto de fe.
Así
ocurriría que, en el lugar donde cayó su cuerpo destruido por el
reventón de las calderas, la gente instaló un pequeño altar con ofrendas
que fue creciendo rápidamente hasta convertirse en el verdadero
santuario popular que es ahora, con peticiones de favores, pagos de
mandas y toda la fama de "milagroso" que conserva hasta hoy en ese muro
ennegrecido por décadas de hollines de cirios y velas.
Tengo
la impresión de que la especie de cubículo grande y con marco-contorno
en que está instalada la animita, fue adicionado en la muralla en
tiempos posteriores. La mayoría de las placas allí colocadas agradecen
al ánima desconocidos favores concedidos, pero puede intuirse que varios
de ellos se relacionan con cuestiones de salud o bienestar familiar,
aunque me parece que esta animita fue la preferida de los trabajadores
del servicio ferrocarrilero y otros obreros.
No
cabe duda de la fama de milagroso, por cierto, dada la cantidad de
estas placas. Destaca, sin embargo, una cruz de piedra colocada en lo
alto y al centro del conjunto, con una inscripción de agradecimiento a
Evaristo Montt de parte de "C. Robres y familia", con fecha del 7
de mayo de 1960. Hay algunas fotografías en algunos cuadros de ofrenda
que podrían pertenecer al fallecido Evaristo, pero como no tengo
seguridad de este dato, las obviaré por ahora.
En otra curiosa analogía con la historia de la animita de Romualdito en la capital chilena,
la de Evaristo Montt quiso ser retirada una vez por las autoridades
municipales, aduciendo razones estéticas como motivación. Mas, como hubo
un gran descontento ciudadano contra la sola idea de destruir la
animita, se propuso a continuación trasladarla completa hasta algún
lugar menos vistoso, propuesta que también naufragó: a diferencia de los
capataces de turno en la administración municipal, los antofagastinos
querían a su animita; y aún la querían allí. La gran cantidad de visitas
diarias que recibe, así lo confirma.
Sin
embargo, Evaristo tiene también una gran diferencia con Romualdito:
mientras la tumba de este último se ha convertido en objeto de
peregrinación y devoción por el "santito" popular en el Cementerio
General de Recoleta, el humilde nicho de Evaristo Montt en el Patio B
Norte del Cementerio de Antofagasta está casi olvidado y sin visitas,
como constató un reportero del diario "La Estrella del Loa" en abril de
2009.
Así,
junto a la tumba milagrosa de Elvirita Guillén y la animita de Juanita
Guajardo, el altar de Evaristo Montt está entre las más famosas animitas
de Antofagasta y las más conocidas de todo el país, próxima ya a
cumplir 90 años desde la tragedia que le diera origen y con un gran
culto alrededor de sus innumerables pretendidos milagros y favores
concedidos.
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