- NOMBRE: Cristo de las Trincheras.
- COORDENADAS: 18° 0'1.85"S 70°15'29.10"W
- CIUDAD/UBICACIÓN: Santiago, Provincia de Santiago, Región Metropolitana, Chile.
- DIRECCIÓN: Interior de la Parroquia de San Lázaro, en la esquina de Ejército Libertador con Gorbea, Santiago.
- CATEGORÍA: Altar popular-religioso / Objeto de Culto.
- FAVORES SOLICITADOS: No precisados, pero parecen ser de todo orden.
- RESEÑA: Esta figura de Cristo fue encontrada dentro de una trinchera francesa usada durante la Primera Guerra Mundial. La halló allí el pionero y héroe de la aviación chilena Armando Cortínez Mujica, en 1920, enterándose de que pertenecía a una catedral donde era venerado desde el siglo XV y que, al parecer, había sido retirada en pleno conflicto con la intención de resguardarla, quedando abandonada entre fango, ruinas y sangre. Cortínez recuperó la figura y la trajo al volver a Chile. Su hermano, el Presbítero Arturo Cortínez, quien estaba a cargo del templo de la Parroquia del San Lázaro, la recibió como donación en 1924, siendo colocada posteriormente en un sitio propio, que hoy se halla en la señalada columna junto a los accesos.
El Cristo de las Trincheras es uno de los secretos más interesantes e intrigantes que guarda la religiosidad popular en Chile. Está dentro de la Parroquia San Lázaro de Ejército con Gorbea, en un altar o espacio consagrado en una columna cercana a la entrada mayor de la nave central, al inicio de la línea de arcadas que la divide de la nave lateral derecha. La pieza venerada corresponde a una antigua y maltratada imagen de madera tallada de Jesucristo, originalmente dispuesta en la cruz. Es de aspecto tan santo como siniestro y vetusto, aunque nada mal para haber sido rescatada desde una trinchera durante la Primera Guerra Mundial, ni más ni menos.
A mayor abundamiento, aunque unas placas explicando el origen de la figura informan muy brevemente, el Cristo de las Trincheras fue encontrado dentro de una trinchera francesa que había sido usada por soldados de la trágica Gran Guerra de 1914-1918. La hallaría allí el pionero y héroe de la aviación chilena Armando Cortínez Mujica, quien pasó a la historia tras atravesar de ida y vuelta la Cordillera de los Andes en 1919, luego de la hazaña de Dagoberto Godoy. Supo que pertenecía a una catedral donde había sido venerado desde el siglo XV, y pareciera ser que fue retirada en pleno conflicto con la intención de resguardarla. Empero, había quedado abandonada y deteriorada entre fango, ruinas y sangre de las trincheras, olvidada allí hasta que volvió a ver la luz.
Cortínez se encontraba de viaje por Europa cuando se realizó el interesante hallazgo en 1920, rescatando la figura y logrando las autorizaciones para traerla con él en su regreso a Chile. El aviador era hermano del presbítero Arturo Cortínez, quien estaba a cargo del templo de la Parroquia del San Lázaro cuando le fue donada la imagen por aquél, en 1924.
Un grave incendio sucedido en 1928 en el templo no alcanzó a la valiosa reliquia, así que cuando el sacerdote Cortínez impulsó la reconstrucción de la parroquia en 1930, la figura permaneció en ella. Fue entonces cuando se la colocó en un sitio propio, posteriormente trasladado hasta el lugar en que hoy se halla, en la señalada columna junto a los accesos.
La imagen de madera no policromada es de una sola pieza, pero se partió por sus vetas naturales y quedó con las extremidades mutilada: ya no tiene brazos, por esta razón, y su pecho está aplanado. Se conserva, sin embargo, la expresión dolorosa y sufriente de su rostro, casi como registro de la tragedia a la que está asociada su historia. Está montado sobre un paño rojizo de felpa y enmarcado, rodeado de mesitas para velas y paneles de placas y notas de agradecimientos por sus innumerables favores concedidos, pues sirve como animita milagrosa a los fieles. Incluso, bajo los inexistentes pies de la imagen y sobre la alcancía, debió ser colocada una placa metálica con una restricción explícita: "NO PEGAR MANDAS ACCIÓN DE GRACIA EN PAÑO".
El Cristo de las Trincheras está acompañado de una placa adicional con una oración propia para la intrigante figura, al final de la cual se recomienda rezar Padre Nuestro, Ave María y Gloria por el Papa:
¡Oh Cristo de las
Trincheras!
Llegaste a nuestra patria destrozado
abandonado entre escombros e indiferencia.
Nosotros queremos acogerte con fe y con amor
como nuestro Dios y Salvador.
Te damos gracias porque escogiste
quedarte con nosotros.
También nuestra vida, como tú sabes
muchas veces es una "Trinchera"
para defendernos de las tentaciones del maligno
de las pruebas físicas y morales de la vida.
Nosotros confiamos en ti.
Confiamos en tu incesante protección.
Tu dulce mirada es consuelo
para empezar a salir de las "Trincheras"
de este mundo
y después vivir eternamente contigo.
Amén
¡Cristo de las Trincheras ruega por nosotros!
Cabe indicar que existe otro Cristo de las Trincheras en el Monasterio de Batalhae, en Portugal, también de origen francés aunque es bastante más famoso que el de nuestra Parroquia San Lázaro. A pesar de haber sobrevivido también a los estragos de la Primera Guerra Mundial, está en bastante mejor estado, faltándole sólo una mano y los pies.
El Lázaro del Nuevo Testamento tuvo la oportunidad de recuperar la vida y lograr una segunda existencia gracias a la intervención de Jesucristo, que lo trajo desde la muerte de regreso a los vivos. Es lo mismo que sucedió a esta reliquia con la imagen de Cristo que, de no ser por la intermediación de un ilustre chileno, quizá habría acabado sepultada, degradada y reducida a polvo en aquella trinchera francesa, entre los demás vestigios de una de las guerras más sangrientas y crueles de la historia de la humanidad.
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