- NOMBRE: Tumba de Romualdito.
- COORDENADAS: 33°24'57.61"S 70°38'46.44"W
- CIUDAD/UBICACIÓN: Recoleta, Provincia de Santiago, Región Metropolitana, Chile.
- DIRECCIÓN: Patio 44 del Cementerio General, Pabellón 4, Anexo 4, nicho número 1.063, en la calle Dávila.
- CATEGORÍA: Tumba milagrosa.
- FAVORES SOLICITADOS: De todo tipo, especialmente de salud, prosperidad y bienestar familiar.
- RESEÑA: Al igual que sucede con su animita en el murallón de calle San Francisco de Borja, en Estación Central, la tumba de Romualdito (Rumualdo, según la lápida de mármol que instaló allí su propia madre) se ha convertido en otro importante centro de atracción para sus devotos, que han llenado el nicho de agradecimientos y placas como ofrendas, además de pequeños juguetes, cartas, inscripciones y ramilletes.
Aunque por largo tiempo se interpretó su identidad como un huasito recién llegado a Santiago y un niño con retrasos cognitivos, el famoso Romualdito de la animita en calle San Borja de Estación central se era realmente Romualdo (o Rumualdo) Ivani Zambelli, ciudadano chileno de 41 años, de una familia de origen italiano residente en el mismo barrio y trabajador de la estación de ferrocarriles como mecánico, quien caminaba por aquella calle de su tragedia el 8 de agosto (9 según su lápida) de 1933, cuando fue atacado por unos maleantes quienes lo asaltaron y dieron muerte en el mismo sitio, con armas blancas.
El violento caso de homicidio fue tomado por la 11ª Comisaría de Carabineros de Chile, pero no hubo registros del crimen en los medios de comunicación, probablemente porque no era una gran novedad esta clase de asesinatos en los barrios bajos de la ciudad. Se sabe que su cuerpo fue llevado al Instituto Médico Legal, en donde se emitió el certificado de defunción el 10 de agosto siguiente. La causa exacta de su deceso fue la herida mortal en la región pericordial provocada por la agresión con arma blanca, específicamente un puñal, como han precisado investigadores realizadas hacia el período del Bicentenario Nacional.
Según parece, nunca
hubo detenidos ni culpables por el infame homicidio. Tampoco se encontraron
registros de algún juicio tampoco, por lo que el asesinato quedó impune. Por un
favor de su amigo Arturo Mancilla (quien fallecería sólo dos años después), su cuerpo fue retirado y sepultado en el
Cementerio General, en el Patio 44, Pabellón 4, Anexo 4, nicho número 1.063, en
la calle Dávila. Su madre doña Herminia, en su incontenible dolor, hizo grabar
en una placa de mármol de la tumba: "RECUERDO ETERNO DE SU MADRE".
El lugar del homicidio de Romualdito se volvió una enorme animita popular, probablemente la más grande de Santiago, conservándose también como único vestigio del antiguo murallón que antes cercaba el paso de las líneas férreas en la estación, hacia el sur. Sin embargo, no todos están al tanto de que su señalada tumba en el Cementerio General también se ha convertido en lugar de peregrinación, peticiones de favores y agradecimientos, desde hacía largo tiempo ya.
En efecto, en algún momento de toda esta historia el nicho de Ivani en el Cementerio General también comenzó a ser venerada como animita, categoría que se ha mantenido hasta ahora. Dos detalles de este sepulcro llaman la atención, sin embargo:
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Primero, que quienes sabían desde hacía años que esta era la tumba de Romualdo Ivani Zambelli, podrían haber sido de utilidad para desvirtuar las leyendas que lo llamaban y lo siguen llamando erradamente como Romualdo Ibáñez u otros motes, pues el nombre y apellidos del fallecido están perfectamente grabados en la lápida de mármol que sella su modesto nicho. También es extraño que en alusiones presumiblemente hechas por su propia madre, llevaba el nombre de pila Rumualdo, por lo que podría haber un error incluso en los datos recientemente proporcionados sobre su identidad.
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Segundo, que al igual que en la famosa tumba de Carmencita en el mismo camposanto, la placa sólo señala la fecha de muerte: 9 de agosto de 1933. No sabemos si esto será intencional ni estamos ciertos de si los mármoles son los originales (damos cabida a la posibilidad de que sean posteriores), pero creemos que este detalle ha ayudado a fomentar -voluntaria o involuntariamente- el mito de que los milagrosos fallecidos habían sido "niños" al momento de morir. De hecho, la tumba de Rumualdo Ivani también tiene algunos pequeños juguetes que han dejado sus fieles.
Hoy, el nicho mantiene una gran cantidad de placas de agradecimiento, algunas pasándose al espacio de las sepulturas vecinas, y no es raro ver a devotos que llegan al lugar para hacer ruegos o agradecer favores concedidos por el trágico personaje.
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