- NOMBRE: Altares del Mercado de Arequipa.
- COORDENADAS: 16°24'9.77"S 71°32'5.46"W
- CIUDAD/UBICACIÓN: Arequipa, Departamento de Arequipa, Perú.
- DIRECCIÓN: Entrada principal del Mercado San Camilo de Arequipa, en calle San Camilo con Piérola.
- CATEGORÍA: Altar popular.
- FAVORES SOLICITADOS: Relacionados con prosperidad, salud y estabilidad comercial.
- RESEÑA: Es sabido que el gremio de los comerciantes de este lado del mundo, es muy devoto, por lo que suelen levantar altares religiosos dentro de sus centros y ferias. Este un múltiple altar, con las figuras de la Virgen María, San Camilo y el Señor del Perdón, está dentro de vitrinas de cristales a un costado del acceso principal del mercado arequipeño, acompañadas de otra menor con la figura de San Pedro. A los pies de las figuras se encuentran varios candeleros en parrillas donde los devotos encienden sus velas para veneración, petición o agradecimiento de favores, convirtiéndolo en un sitio de permanente oración para los comerciantes y visitantes del lugar. El altar es mantenido por comerciantes miembros de la Hermandad de la Sagrada Imagen del Señor del Perdón, creada en 1969 y con reconocimiento oficial por parte del arzobispado en 1993.
La tradición de la fe popular hacia figuras "interventoras" desde el
mundo espiritual presente en Chile, en Perú adquiere ciertos rasgos de
sobriedad y simpleza que no se manifiestan así en nuestro país, donde
hay más extravagancia y los homenajeados reciben regalos, placas de
agradecimiento o papelitos que sirven de solicitud escrita a los favores
pedidos.
Con
relación a estas manifestaciones de culto popular en Perú, existe un
lugar que llama la atención a los visitantes del Mercado San Camilo de
Arequipa, a poca distancia de la plaza central de la ciudad. Ubicado
justo al costado derecho del acceso principal, se encuentra un triple
altar con las figuras de la Virgen María, San Camilo y el Señor del
Perdón, todas dentro de vitrinas de cristales. A los pies de las figuras
se encuentran varios candeleros en parrillas donde los devotos
encienden sus velas para veneración, petición o agradecimiento de
favores, convirtiéndolo en un sitio de permanente oración o, cuanto
menos, para que los comerciantes y visitantes del mercado se persignen
ante la mirada de las tres imágenes al entrar y al abandonar este amplio
recinto.
A
pesar de la enorme religiosidad que reina en la ciudad de Arequipa,
manifiesta en la innumerable cantidad de catedrales, iglesias y
parroquias que pueden encontrarse paseando por sus turísticas calles y
aun la periferia de la ciudad, los altares del Mercado San Camilo son
una de las no muchas manifestaciones de fe popular que pueden
encontrarse por toda la urbe en un contexto ajeno al del templo o las
dependencias religiosas en general. Quizás por la misma razón de haber
tantas iglesias, esta clase de rinconcillos de fe urbana se hacen
innecesarios o muy secundarios. Salvo por los altares que la gente
mantiene en los "tambos" de la ciudad, equivalentes de alguna manera a
los conventillos o cités que se encuentran en Santiago y Valparaíso
(aunque de mejor factura y arquitectura), son pocos los ejemplos altares
que el pueblo arequipeño adora en lugares que no se encuentren bajo el
alero oficial de la iglesia católica.
Sin
embargo, el credo sincrético y las raíces paganas afloran siempre por
algún lado, y Arequipa no tiene por qué ser excepción: es el caso, por
ejemplo, de la tumba de Víctor Apaza Quispe, un criminal ejecutado en
1971 pero que se ha convertido en una especie de santo popular, visitado
por muchos creyentes que oran y piden milagros a su cripta de la misma
forma en que se hace en nuestro país con el asesino en serie Emile
Doubois y los homicidas Osorio y Cuadra. Cosas similares se han visto en Chile, entonces.
El
caso particular del culto popular representado por los altares del
mercado arequipeño tiene una característica especial, sin embargo: si
bien ha surgido casi espontáneamente en el pueblo y también en un lugar
fuera del alero estricto de la iglesia, cuenta con un respaldo oficial
de ésta para la presencia de las figuras en el mercado y de su culto
protector de todos los locatarios que allí trabajan, pues la Hermandad
de la Sagrada Imagen del Señor del Perdón ya fue reconocida formalmente
por el Arzobispado de Arequipa.
La
historia del mercado y su nombre explican la naturaleza histórica de
esta devoción: el recinto comercial fue construido sobre el terreno que
había pertenecido a la antigua Iglesia del Convento de los Padres
Agonizantes de San Camilo, uno de los edificios más altos que llegó a
tener la ciudad, pero que acabó arrasado por el violento terremoto que
sacudió todo el Sur del Perú en 1868. Es por esto, además, que la calle
donde ahora se encuentra el mercado también conserva el viejo nombre de
calle San Camilo, por la presencia que tuvieron estos religiosos allí,
en la cuadra ubicada entre Piérola, Perú y Tristán. La devastación fue
tal, que se decidió no reconstruir y los sacerdotes de la orden se
retiraron de la cuadra, la que fue destinada al funcionamiento de un
mercado para la ciudad que, hasta entonces, sólo se abastecía con
pequeños tendales callejeros y una feria de abastos que funcionaba una o
dos veces a la semana ocupando casi toda la Plaza de Armas desde
tiempos coloniales, situación muy parecida a la que existió también en
Santiago de Chile hasta la construcción del Mercado de Abastos (hoy
Mercado Central) en los primeros años de la Independencia.
El
mercado, que funcionó provisoriamente durante este período en un
parque, pudo ser inaugurado en San Camilo recién en 1881, en plena
ocupación chilena del Perú durante la Guerra del Pacífico y cuando las
fuerzas de Montero aún se preparaban para ir a esta ciudad y declararla
capital provisoria de la nación, luego de haber perdido Lima.
Inicialmente, se trataba de un recinto muy básico, en su mayor parte
ocupado por tolderías para el comercio que se levantaron sobre el
terreno ya despejado del ex convento.
La
municipalidad ordenó una gran remodelación y modernización a fines de
los veinte, proyectándole un gran edificio con portalón de entrada,
pudiendo ser entregada en 1938. Fue declarada Patrimonio Histórico en
1987, pero debió se sometido a una gran remodelación entre 2006 y 2008.
El edificio ya no conserva mucho de su aspecto original,
desgraciadamente.
La
imagen correspondiente al Señor del Perdón fue encargada unos años más
tarde por los sacerdotes, hacia mediados del siglo, al escultor y
restaurador Valentín García Quinto, conocido por la perfección de sus
obras de arte religioso. Hizo un Jesús casi a tamaño natural de pie y
con las manos atadas, mostrando las heridas de sus flagelaciones antes
de la crucifixión, destacando la dramática expresión de su rostro,
coronado por tres flamas divinas. Esta figura se exhibía originalmente
en la plazoleta frente al mercado con el objeto de reunir limosnas para
la iglesia, pero lo que no tardó en volverse un símbolo del mismo
recinto y los locatarios adoptaron rápidamente su patronato, comenzando a
gestionar la forma de comprarlo y a reunir los fondos para concretar la
transacción, en los años sesenta.
El
Señor del Perdón fue incorporado inmediatamente al edificio del
mercado, contando con un sitio propio y comenzando a ser sacado en
procesión. Se le construyó un altar en el acceso principal, exactamente
donde aún se encuentra. Los 14 primeros comerciantes miembros de la
cofradía crearon oficialmente a este grupo en 1969, logrando el
reconocimiento oficial por parte del arzobispado en 1993. Una placa
metálica colocada por la misma Hermandad de la Sagrada Imagen del Señor
del Perdón, en los muros atrás y al costado los altares del mercado,
recuerda este magno acontecimiento.La
Procesión del Señor del Perdón del Mercado San Camilo sale
tradicionalmente en cortejo en el Sábado de Pasión de la Semana Santa.
En los inicios, en este paseo realizado por encapuchados ("cucuruchos")
era acompañado por la figura de la Virgen de las Angustias, una hermosa
representación mariana que se encuentra en un magnífico altar dorado de
la Iglesia de San Francisco de la misma ciudad, ubicada en calle Melgar
frente a San Francisco. Esta imagen muestra una María muy juvenil,
vestida de blanco y capa roja, con un particular velo sobre su cabeza.
Por alguna razón, sin embargo, la hermandad no pudo disponer de esta
figura de la Virgen de las Angustias en posteriores procesiones y se
decidió mandar a hacer una imagen propia. La tarea fue encargada al
sacerdote y escultor local Víctor Paredes Polanco, quien se basó en la
advocación de la María Santísima de la Amargura, la Consummatta.
Esta figura, sin embargo, se conserva resguardada en un altar interior
propio y no entre las tres figuras del acceso principal.
Junto
a la imagen del Señor del Perdón, la segunda figura que destaca por su
tamaño y también por su ostentosa decoración es la del propio San Camilo
de Lelis que presta su nombre al mercado, colocada en un gran altar que
forma una misma unidad con la figura del santo y su base, donde se
observa inscrita la rúbrica de la Orden de Jesús. Esta figura es paseada
por el mercado todos los 14 de julio, día consagrado al santo, ocasión
en la que también se realiza en el recinto una ceremonia y un cortejo
acompañado por los músicos de la hermandad. En el período alrededor de
esta fiesta, la imagen es sacada de su vitrina y exhibida durante todos
esos días sobre su altar de andas frente a su vitrina, regresando
después a su encierro tras el vidrio.
Una tercera imagen de un santo que no pude identificar in situ se
encuentra en el grupo de altares. Es pequeña y aunque consultamos a
algunos devotos por su identidad, no recibimos información precisa. Sin
embargo, la vitrina es de proporciones muy modestas y en nuestra
impresión sólo destaca como alcancía, pues no vimos manifestaciones
concretas de fe extendidas tan directamente a ella y, según supimos,
tampoco es sacada en procesiones ni cortejos. Sólo después de la
generosa ayuda de un miembro de la fraternidad arequipeña Cuadrilla 21
ex-Banco Sur, quien nos hizo notar la presencia de un pez y una llave
metálicas acompañando la figura, pudimos comprender que se trata del
Apóstol San Pedro, patrono de los pescadores, los carniceros, los
panaderos y otros oficios ligados al hábitat de este histórico mercado.
Los
altares del Mercado de Arequipa, además de ser un punto interesante
para observar el ejercicio de la fe popular en esta hermosa ciudad
peruana, sirven también para la reunión de fondos en sus alcancías, para
las necesidades de la hermandad y del mismo mercado. Entre velas y
flores que los fieles llevan hasta estas figuras y vitrinas, se
solicitan las intervenciones divinas y se agradecen favores concedidos
en éste, el mero mundo de los vivos.
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