- NOMBRE: Cruz del Puente Cal y Canto.
- COORDENADAS: 33°25'56.68"S 70°39'6.58"W (antigua ubicación, aprox.).
- CIUDAD/UBICACIÓN: Santiago, Provincia de Santiago, Región Metropolitana, Chile.
- DIRECCIÓN: Desaparecido Puente de Cal y Canto, ubicado hasta 1888 sobre el río Mapocho conectando la calle del Puente con la Cañadilla de la Independencia.
- CATEGORÍA: Animita urbana (primitiva) / Altar conmemorativo-popular.
- FAVORES SOLICITADOS: Fundamentalmente, por el alma del difunto allí caído.
- RESEÑA: Este es un caso rescatado del olvido por Justo Abel Rosales. Hacia los años de inicio del Gobierno de Bulnes (1841 aprox.), existió en el Puente de Cal y Canto una cruz negra levantada por los vecinos en uno de los murallones que servían de pretil, por el costado oriente del puente cerca de su rampa Sur. La imagen causaba pavor a los incautos y generó muchas historias siniestras entre la supersticiosa sociedad de entonces. Estaba allí para recordar a un ciudadano fallecido en un grave accidente de carruajes en el puente, luego que su coche y caballos cayeron al río. La cruz del puente ya no estaba al momento de la destrucción del Cal y Canto, en los días de la Presidencia de Balmaceda. Probablemente, había sido retirada durante los intensos trabajos de remodelación y pavimentación de la plataforma, en 1869.
Hacia los años de inicio del Gobierno del General Manuel Bulnes (1841-1851),
existió en el Puente de Cal y Canto del río Mapocho, ubicado entonces a la
altura del actual Puente de La Paz, una cruz negra levantada por los vecinos
en uno de los murallones que servían de pretil, por el costado oriente del
puente cerca de su rampa Sur. La imagen causaba pavor a los incautos y
generó muchas historias siniestras entre la supersticiosa sociedad de
entonces, pero la verdad es que su origen era el mismo que el de cualquier
otra animita urbana chilena.
Los datos más concretos -aunque sin ser detallados- sobre la historia de la
cruz negra del Cal y Canto, los proporcionó el cronista Justo Abel Rosales
en su trabajo “Historia y tradiciones del Puente de Cal y Canto”, de 1888.
Según supo en sus investigaciones para ese libro, la pieza recordaba a un
ciudadano fallecido en un grave accidente de carruajes en el puente, luego
que su coche y caballos cayeron al río. Rosales no pudo precisar, sin
embargo, si el infortunado fue el cochero o su pasajero.
Desde entonces -escribió- el pueblo hizo una gran cruz negra en el sitio en
que ocurrió este desgraciado accidente y por mucho tiempo encendió un par de
velas al pie de la cruz, lo cual causaba miedo a muchos, aun vista desde
lejos.
Cabe señalar que el Puente de Cal y Canto fue escenario de muchos accidentes
parecidos. Uno de ellos le ocurrió a don Miguel Dávila, un famoso y reputado
vecino del barrio de La Chimba, cuyo carruaje se fue al agua con caballos y
todo al lado poniente del puente, aunque en este caso sin víctima fatales.
En otras ocasiones, cayeron peatones por imprudencia, ebriedad, intentos de
suicidios o escapando de la policía en caso de los delincuentes, además de
víctimas de asaltos que fueron arrojadas a las aguas del Mapocho por sus
atacantes. Muchas vidas cobraron estas caídas accidentales o provocadas.
La cruz del puente ya no estaba al momento de la destrucción del Cal y
Canto, en la inclemente riada de 1888. No aparece en las fotografías que se
conservan de años previos a esta catástrofe y tampoco es reportada su
presencia por Rosales, testigo de estos hechos, de modo que su duración como
sitio de ejercicio de fe popular no duró demasiados años, tal cual sucede a
muchas otras animitas de nuestra tradición chilena que no sobreviven al
tiempo, muriendo igual que a quien homenajeaban. Probablemente, había sido
retirada durante los intensos trabajos de remodelación y pavimentación de la
plataforma, en 1869.
Aunque no existe información de si se le solicitaban favores o si se le
agradecían, considerando la fuerza que ya tenía entonces la tradición
animística podemos imaginar a la gente encendiendo velas y solicitando
asistencia al misterioso fallecido del Puente de Cal y Canto, simbolizado en
la cruz negra, mientras duró esta allí. Fue, por lo tanto, una primitiva
animita urbana de la ciudad de Santiago, materialmente no muy distinta a
aquellas que la fe del pueblo mantiene por tantos otros rincones de la
actual urbe.
Merece ser recordada esta animita,que gusto conocer esta historia.
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